"El camino no se acaba, continuaré sin descanso"... así comienza una antigua canción de Aleks Syntek, "El Camino". La escuchaba en esas tardes después del colegio, en el living de mi casa en la Villa El Conquistador de San Pedro a principios de los '90 (nuevamente se me acaba de caer el carnet).
Hace un tiempo, la he vuelto a escuchar seguido porque me bajé el mp3 y recurrentemente la elijo dentro de mis playlists. La canción es de amor, pero no me detuve a escribir aquí por ese tema.
Es como el aprendizaje. Todos los días se puede aprender algo y nunca se deja de aprender. <<Siempre de discípulo, nunca de maestro>>, ésa es la actitud que me mueve. Permite alejar la ceguera intelectual, tener más atentas nuestras antenas de vinil y que la esponjita de nuestros cerebros pueda absorber más.
A mí me pasa que al ir por la vida de discípulo, pronto aparece el desgano. Cuando el aprendizaje se vuelve marginal, es decir, el esfuerzo de aprender algo nuevo es menor que el beneficio asociado al aprendizaje, se me hace poco motivante. Y la necesidad de aprender otras cosas aparece como las hormigas ante la presencia de alimento.
El camino del conocimiento tiene muchas rutas, todas se pueden conectar entre sí y no se cobra peaje por cambiarse, por lo que la dificultad de aprender cosas nuevas las pone la misma persona. Basta con leer un libro, leer un artículo, escuchar a otra persona con más experiencia o simplemente intentarlo sin tener respaldos y aplicar el "prueba y error".
Lo peor que puede pasar es tener que empezar de nuevo. No importa, el camino no se acaba, por lo que siempre es un buen momento para comenzar el viaje o retomar la senda.